Decidí recorrer mi camino, aunque fuese solitario, un alma andante vagabundeando por las calles, rastreando el final de algo o el principio de quién sabe qué. A medida que avanzaba, mis piernas se sentían débiles, como si de repente se fuesen a hundir por medio de aquellas piedras que recorrían junto a mi por el camino de la vida. En cada piedra, pude ver cada una de mis derrotas, cada una de mis más remotas historias derramadas y por supuesto, lo que iba quedando de mi en cada paso. El camino llegaba a su final, pues a lo lejos vislumbré una especie de pared. Justo me detuve en mitad de aquella calle, miré a mi alrededor y observé que el mundo se había detenido, las nubes no seguían su ritmo, se habían paralizado como si de un escenario se tratara. Allí delante se encontraba el final y decidí caminar hacia él. El tramo final me costó lo suyo, pues aquello seguía igual de paralizado e impedían casi que pudiera avanzar. Cuando llegué a lo que fuera el final de camino, alcé m